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— 172— dad de bienes materiales que nos proporcione o nos res- te. El Maestro Divino nos invita, a ver las obras de sus manos: «consideremos los lirios del campo... ni Salo- món en toda su gloria se vistió con tanta magnificencia; y los pájaros del aíre, que no siembran, ni recolectan en graneros, a quienes el Padre celestial sustenta pródiga- mente... ¿cuánto más somos nosotros y cómo no cuida- rá Dios de los que le temen? Lo hemos visto en el Evangelio de hoy, no lo olyi- demos: que en no olvidarlo, tenemos garantía segura de paz y de felicidad.

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