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— 171 — Dios que dando la vida por El, perdiéndolo todo porno perderlo a El. Nadie ama más a la patria que quien se sacrifica por ella; y dígase lo propio de la familia, de la amistad y de cuantos valores espirituales son el patri- monio del hombre y del cristiano perfecto. Ya nos lo ha- bía dicho el Maestro Divino con aquella pregunta admi- rable a la que responden siempre a una todos los bue- nos: ¿Qué aprovecha al hombre ganar todo el mun- do, si pierde su alma?... ¿Qué es todo el oro del mun- do y su gloria comparado con un átomo de virtud y de gloria en el cielo, donde la ecuación entre la virtud y la felicidad es perfecta?... Desgraciadamente, los reden- tores anticristianos del pueblo, predicando lo contrario, lo han envilecido; han concentrado sus aspiraciones to- das en la tierra, han invertido la vida humana, la mate- ria arriba y el espíritu abajo; primero la tierra y des- pués el cielo. Dios... si sirve a la conveniencias del momento y aumenta la suma de nuestra felecidad mate- rial; si no, se le niega, se le repudia como a un estorbo de tantos; tal ha hecho el socialismo; ha desconceptua- do los valores morales; los hombres, seducidos por sus postulados sociales, torpemente plagiados en el Evange- lio, no oyen Misa, porque no les da de comer; no guar- dan el día festivo, porque pierden un jornal; no tienen cuenta con los preceptos divinos, porque coartan la li- bertad de ganar, de gozar, de vivir bestialmente. Así se ha perdido para la Iglesia el hombre de trabajo. Volvamos, por tanto, a la escuela de Jesús; haga- mos honor a su palabra, buscando ante todo su Reino y su Justicia que son nuestra única garantía de paz y de felicidad. No hagamos depender nuestra fe de la canti-

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