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WS Puede decirse que el éxito de la educación de un hombre consiste en que aprenda a colocar cada cosa en su Jugar y a dar a todas su importancia respectiva, sa- biendo en cada caso subordinar recta y sobrenatural- mente las unas a las otras según la relación que tienen con nuestros eternos destinos. "¿Qué puede prometerse de un joven en cuyo cerebro presuponemos almacena- dos muchos y variados conocimientos teóricos, si a los veinte años no sabe todavía el valor moral de sus ac- ciones, o no puede ordenarlas de manera que eleven y enderecen su vida hacia sus destinos? Ni ¿qué peregri- nas teorías sociales podrán inventarse para redimir al pueblo de sus ignorancias o de su abyección, si no es- timulan el conocimiento del hombre mismo y de los va- lores espirituales? Vemos hoy en el Evangelio las muchedumbres an- siosas de escuchar la palabra de Jesús, seguirle embe- becidas por caminos desiertos, totalmente olvidadas de sus necesidades corporales; buscan el Reino de Dios; de él les habla la dulcísima voz del Maestro Divino; vemos de otro lado a Este amorosamente preocupado de saciar el hambre y la sed que amenazaban a la mu- chedumbre compuesta de cinco mil hombres, sin con- tar las mujeres, ni los niños. Medita ya en su Corazón remediar aquella necesidad, haciendo uso de su Omni- potencia con la misma prodigalidad con que provee el pan de cada día, dando fecundidad a la tierra para que fructifique el grano que en su seno deposita el labrador. Dios lo multiplica prodigiosamente sin que hasta la fe- cha pueda saber el hombre cómo se verifica tan asom- brosa multiplicación en favor de millones y millones de

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