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5 mil hombres. Jesús entonces tomó los panes: y después de haber dado gracias a su Eterno Pa- dre, repartiólos, por medio de sus discípulos, entre los que estaban sentados; y lo mismo hizo con los peces, dando 'a todos cuanto querían, Después que quedaron saciados, dijo a sus dis- cípulos: Recoged los pedazos que han sobrado, para que no se pierdan. Hiciéronlo así, y llena- ron doce cestos con los pedazos que habían so- brado de los cinco panes de cebada, después que todos hubieron comido. Visto el milagro que Je- sús había hecho, decían aquellos hombres: Este, sin duda, es el gran profeta que ha de venir al mundo. Por lo cual, conociendo Jesús que ha- bían de venir para llevarle por fuerza, y levan- tarle por rey, huyóse el solo otra vez al monte. Aclaración literal del texto El relato evangélico de hoy nos ofrece oportuni- dad para tratar un asunto interesantísimo de graves consecuencias para la vida, según la actitud que res- pecto de él adopte cada cual. En los planes de Dios es- tán admirablemente coordinados todos los valores hu- manos que nosotros somos invitados a ponderar con aquellas palabras de Jesucristo: «Buscad primero el reino de Dios y su Justicia y todo lo demás se os dará por añadidura.» La práctica de esta sentencia supone aceptación sincera de la promesa de Dios, confianza fi- lial de su Providencia y dirección fija de nuestras afec- ciones que son las que avaloran de hecho nuestros actos,
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