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— 162— Explicación para los niños Cuando se leía el santo Evangelio de hoy, los niños que escuchaban con atención, estaban casi temblando, ¡¡Santo Dios... siete demonios metidos en el cuerpo de un desgraciado poseso!!...que horror!!. Horroroso cierta- mente sería el estado de aquel pobre hombre con tanta y tan mala conpañía, pues no es menos deplorable el esta- do del alma, cuando en ellase alojan siete demonios, lo cual sucede cuando por el pecado se abre la puerta al e- nemigo y el niño se entrega a discreción. Si alguno de vosotros tiene la desgracia de cometer un pecado, siente luego el remordimiento de la conciencia que es la voz del alma, gritando desolada contra el tirano que la aprisiona y la arrastra hacia los infiernos. Si el ni- ño hace caso a esos gritos de alarma, busca un sacerdote, delata al ladrón infame que se le ha metido en el alma, y, con dolor y con propósito de cerrarle en adelante todas las puertas, el confesor lanza al maldito, y el niño se queda tranquilo y contento. Pero Satanás no se va muy lejos: envidioso de la paz del niño, se pone de nuevo en acecho y comienza su ingrata tarea de tentar a los hom- bres, envía al niño malos amigos, libros malos, anuncios de cines, prospectos de diversiones y juegos señalados para la hora precisamente de la Misa del domingo, o para los días de Comunión. Excita en su imaginación y en sus pasiones el fuego del mal, lo solicita, lo ensoberbece con- tra sus padres y contra sus maestros y contra el sacerdote que por su bien le reprenden, y ese niño, así orgulloso y
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