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— 161— bien ni mal, sino fenómenos fatales con los que se nie- ga al Dios personal. El demonio tiene interés en hacer- se negar, es la táctica del paraíso; así puede engañar. Dios no, Dios va derecho a sus inefables fines afirmán- dose; es incomprensible cómo en plena luz del Evange- lio se quiera establecer esa penumbra de cobardías y abdicaciones que lo mismo dicen el sí que el no en las cuestiones más fundamentales de la vida y destinos hu- manos. Será vano el empeño de quienes, siendo paga- nos en sus doctrinas quieran aparecer cristianos en su culto: siendo paganos en su moral, quieran gloriarse del nombre de cristiano, que es pureza, santidad, perfec- ción y sacrificio real y positivo de cuanto ofende la san- tidad de Dios y entra en los dominios de Satanás. Ten- gamos la fe en el pensamiento, en-el corazón y en las obras, en la vida entera, y así venceremos el reino del mal en nosotros y mereceremos que nos alcance la pre- ciosa bendición que Jesús dió a su bendita Madre au quien, en esta ocasión, una mujercilla aclamó bienaven- turada por haber llevado en sus entrañas y amamanta- do al Mesías. Bienaventurada fué en verdad por ello; pero más aún lo es y lo serán cuantos, como Ella, oigan la palabra de Dios y la cumplan.