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s A A .—- rentes ma. DEA cto MT = ús tual, desconociendo la razón soberana de la venida del Hijo de Dios a la tierra, y queriéndola hacer servir para fines materiales y caducos, rehuye a ve- ces seguir al divino Maestro, porque se le antoja no encontrar en El las ventajas terrenales que preten- de, por esto, la exposición homilética del Evangelio sosteniendo invariablemente la posición espiritual de los fieles, háceles palpar ese fracaso del pueblo he- breo, y exhórtales a que no pretendan forzar ni las palabras ni los ejemplos de Jesucristo en sentido bastardo, sino que sigan esa luz divina con la sen” cillez del niño queen la palabra de su madre en” cuentra la razón de ser de su camino y el camino mismo que lo lleva a su destino. Cuantos lean estas páginas y quieran aprovecharlas para sí o para otros, advertirán luego la insistencia con que marcan esta idea fundamental. Jesús al entrar en el mundo para redimirlo, se colocó al márgen de todas las ideas y de todas las pasiones y de todos los intereses de los mortales; no pudo ser envuelto ni por sus doctri- nas, ni por su política, ni por sus ilusiones;como hom- bre ocupó el puesto de honor que los designios de Dios señalaban al Libertador del género humano; entró sin estridencias en el marco histórico que le to” có vivir; pero, como Dios, dominó su tiempo e hizo servir a sus designios los acontecimientos que le ro- dearon, de tal manera, que vino a ser la clave sin la cual no se explica el mundo que le precedió, ni

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