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== la luz que irradia e ilumina tantas verdades, útiles a nuestro aprovechamiento espiriual. La Transfiguración del Señor es garantía de la que espera a nuestros cuer- pos glorificados después de la resurrección general; prue- ba concluyentemente la posibilidad de ésta, presagian- do la gloria inmortal que la divinidad comunicaría a los miembros destrozados y muertos del Redentor, al sa- carlos triunfadores del sepulcro; previene amorosamente el escándalo de la cruz que acobardaría por un momen- to a sus mejores amigos; es en fin síntesis admirable de las figuras y profecías que habían anunctado la glo- ria del Mesías a una con sus ignominias y dolores tre- mendos, como precio de ella y de nuestra redención. Ahí están Moisés y Elías, dos grandes representantes del Antiguo Testamento y del pueblo hebreo empeñado en interpretar los libros santos en un sentido del todo carnal, como si prometiesen un libertador guerrero, triunfador por las armas contra los opresores de la in- dependencia nacional! El santo Legisladory el Profeta incorruptible de la verdad aparecen ahora envueltos en la propia luz del Verbo Encarnado que habían visto de lejos, cuando de El dieron testimonio. Hablaban entonces de su gloria y de sus escarnios, de su vida y de su muerte, del pueblo judío y de pueblos innumerables que El conquistaría pa- ra el Reino de Dios. Prueba contundente de que Jesús no podría ser patrimonio nacional de un pueblo, sino la prenda de liberación de todos los pueblos y de todos los hombres. Jesús es el Señor de los vivos y de los muertos; en el Tabor está en medio de Moisés, pasado hacía siglos al dominio de la muerte y de Elías, vivo aún
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