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Aclaración literal del texto Nuestro Señor Jesucristo, siendo hombre, como di- ce S, Pablo, «siendo personalmente el Hijo de Dios, no quiso aparecer entre nosotros con vanos alardes de gran- deza y ostentación de su título imprescriptible, sino que se anonadó a sí mismo, tomando la forma de esclavo, hecho hombre y con apariencias del último de los hom- bres». Tal fué el prodigio permanente de la vida mor- tal del Hijo de la Virgen. En el transcurso de los trein- ta y tres años que vivió entre los hombres, disimuló tan perfectamente los esplendores de su grandeza, que los hombres pudieron amarle como a amigo y odiarle como a enemigo. Gozaba Jesús de la visión beatífica conna- tural al Verbo de Dios y pudo sufrir tormentos y muer- te espantosos. Mas en este lapso de tiempo hubo un paréntesis glorioso de revelación personal. Descorrióse un tanto el velo que encubría los resplandores de su divinidad; y algunos hombres, como testifica el Discípulo amado, testigo del prodigio, «lo vieron en su gloria, gloria co- mo Unigénito del Padre, lleno de luz y de verdad». La carne inmaculada que había recibido de María Santísi- ma, hízose transparente, y, como sus divinos labios ex- presaban la verdad eterna, y su Corazón Divino ardía en llamas de amor incomprensible, todo su cuerpo irra- dió la luz y la gracia y la felicidad de que gozaba su al- ma santísima por su unión hipostática. Los mismos ves- tidos que los hombres prestaran para cubrir la belleza 10
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