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us e tenares y millares de niños y de niñas de todos los tiem- pos y paises con sólo la señal de la cruz. De manera que se le puede vencer. Podeis burlar sus trampas, podeis como la Virgen SSma., aplastar la cabeza de la infernal serpiente. Todo está en que entendais que el infernal dra- gón se sirve de los malos amigos, de los malos libros, del cinematógrafo y de otras mil artes para engañaros y en- cubrir su fealdad y quitaros el miedo. Cuando los niños roban, cuando mienten, cuando riñen, cuando desobede- cen a sus padres, cuando faltan al respeto en el santo tem- plode Dios, cuando engañan, cuando se acultan para ciertas diversiones obscenas, cuando cometen esas treva- suras y se figuran que nada les va a pasar, que nadie los ve, que Dios está muy lejos, que siendo libres para hacer lo que les ocurra, serán como dioses... ¿quién es el que les inspira? El diablo; ese perro maldito atado con la ca- dena de la permisión de Dios que no puede morder, sino a los tontos, a los vanídosos, a los soberbios que creen po- der meterse en el peligro contra el consejo y el mandato de sus padres y mayores. Y cuando se ven caídos, se ex- trañan de su desgracia, y se acobardan, y echan la culpa a otros. Mucho cuidado pues; podemos y debemos ven- cer al demonio, como Jesús, los Santos y todos los bue- nos cristianos lo han vencido. La tentación nos pone a prueba, pero la gracia de Dios nos previene, nos acompa- ña y nos sostieae para salir victoriosos. Entonces el dia- blo huye y el Angel de la guarda anota el triunfo en el li- bro de la vida,

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