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— 131— Explicación para los niños También sufren los niños, pues no todo les sale a me- dida de sus gustos cuando encuentran en su camino ilumi- nado con tantas y tan pintorescas ilusiones, quienes po- sitivamente les dañan, les hacen llorar, a veces con bue- na intención. Pero en esa edad no se entiende ni poco ni mucho aquello de que «quien bien te quiere, te hará llorar.» Es lo mismo que les pasaba a los Apóstoles, según cuenta el Evangelio de hoy. No podían entender que Jesús, querién- doles tanto, les anunciara penas y sufrimientos, como re- sultado inmediato de su servicio. Ellos soñaban con triun- fos y con días de gloria y ocupar los primeros puestos en el Reino de su Maestro. Por esa razón se ponían tristes, cuando El les anunciaba que sería ignominiosamente, tra- tado, apresado, azotado, crucificado y muerto como un malhechor. Para ésto eran ciegos, ciegos del todo, como lo era de los ojos de la cara aquel pobre mendicante que estaba junto al camino por donde Jesús iba hablando de aquellas tristes cosas. Ya lo habeis oido cómo gritaba con todos sus pulmones: «¡Jesús Hijo de David, ten compasión de mí!.» El pobre ciego pedía pan y dinero a cuantos pasa- ban, pero cuando supo que era Jesús quien pasaba se ol- vida de que es pobre y sólo piensa en su ceguera, ,en su verdadera desgracia. Está a medio vestir, tiene quizá frío y hambre, no tendría casa donde cobijarse decentemente,

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