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Domingo de Sexagésima La palabra divina y su divina gracia fructifi. can en nosotros segin nuestras interiores dis- posiciones. ni Evangelio según S. Lucas. (Cap. VII) En aquel tiempo: En ocasión de un grandísimo e concurso de gentes, que de las ciudades acudían presurosas a oir a Jesús, les dijo esta parábola. Salió un sembrador a sembrar su simiente, y al esparcirla, parte cayó a lo largo del camino, donde fué pisoteada y la comieron las aves del cielo; parte cayó sobre un pedregal, y luego que nació secóse por falta de humedad; parte cayó entre espinas, y creciendo al mismo tiempo las espinas con ella, sofocáronla; parte, finalmente cayó en tierra buena, y habiendo nacido dió fruto, aciento por uno. Dicho ésto, exclamó en alta voz: El que tenga oidos para escuchar, atienda bien lo que digo. Preguntáronle los discípulos cual era el sentido de esta parábola. A los cua- les respondió así: A vosotros se os ha concedido el conocer el misterio del reino de Dios, mientras que a los demás, en castigo de su malicia se les habla en parábolas, de modo que viendo no echen de ver, y oyendo no entiendan. Ahora bien, el sentido de la parábola es éste. La semilla, es la palabra de Dios. Los granos sembrados a lo = ¿ A DS se VIA a a A AAA » da, > - PA A A DB de > A Ta" a A a it
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