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2 i A 4 yd 4 ] 4. y A 1 A AMA le quitó la primacía, dándosela a los gentiles y ahí te- néis a ese pueblo judío disperso por toda la haz de la tierra sin templo y sin hogar, mientras nosotros, que lle- gamos más tarde, gozamos a raudales de los beneficios del Mesías nacido de aquél pueblo ingrato y prevarica- dor. Ahí está el Africa y el Asia, otrora cuna y empo- rio del Cristianismo, hoy sumidas en la barbarie del Ma- hometismo. Lo mismo Rusia y los paíse sajones y ger- manos, antes florecientes en Santos y virtudes cristianas, hoy de espaldas a la Iglesia Católica, yacen como pe- trificados y estériles para la florescencia de la santidad, No se glorie, por tanto, nuestro pueblo de ser hoy lla- mado católico, si no corresponde a tan alta denomina- ción. Todavía podemos llegar a ser un país de salvajes, por poco que desatendamos la obra que la Providencia nos encomendó. Cada uno pues, en sí mismo, en su hogar, en su pueblo, en la sociedad en que actúa, puesto por Dios para trabajar por el establecimiento de su Reino, active su fe, mantenga el espíritu de trabajo, ponga en la vida cristiana todas sus energías, para que el Señor se dé por satisfecho de su tarea y la recompense según las exigencias de su divina justicia y misericordia, que paga superabundantemente a los primeros y a los últi- mos con el salario eterno de su gloria y con la posesión de El mismo, premio grande y superior a todo merecj- miento.
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