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RS dero interés, veremos llegar otros de más lejos y más tarde, como vieron llegar al Reino de Cristo los judíos a pueblos gentiles y ser preferidos a los hijos de Abra- hán en el Reino de Dios. Quizá nos engaña la idea de ser los privilegiados en la vocación y el llamamiento; pero según terrible sentencia del Dívino Maestro, no son los muchos llamados, sino los pocos escogidos quienes participarán el galardón eterno. Argumento moral Lo que sucede con los individuos, sucede con los pueblos. Dios no está sujeto a las contingencias produ- cidas en el orden moral de las sociedades por la malicia de los hombres, ni su luz y gracias pueden ser conteni- das en los estrechos límites fronterizos de un país cual- quiera. Si un pueblo apostata del Evangelio, el Evan- gelio emigra, porque es esencialmente viajero destina- do a recorrer el mundo todo. El llamamiento y la luz divi- na que con él se da, es como el sol que alumbra y vivi- fica la tierra en la proporción que ella expone su super- ficie a sus rayos vivificantes. Puede quedar una parte de la tierra a oscuras, fría e infecunda con prolongado invierno en un hemisferio, pero el opuesto vive entonces en plena luz solar, herido perpendicularmente por los ra- yos del astro rey, y la vida no cesa en la tierra. Esta es la historia de los pueblos en el orden espiritual y mo- ral también, como lo fué y lo es actualmente la del pue- blo privilegiado, llamado por Dios a la hora de Prima, para preparar los caminos de la Redentor. Fué infiel y se AT IATA RAS mi Eli mi E A

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