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MiS no obstante, recibieron igualmente cada uno un denario. Y al recibirlo murmuraron contra el pa- dre de familia, diciendo: Estos últimos no han trabajado más que una hora, y los has igualado con nosotros, que hemos soportado el peso del día y del calor. Mas él por respuesta dijo a uno de ellos: ¿No te ajustaste conmigo en un dena- rio? Toma, pues, lo que es tuyo, y vete; yo quie- ro dar a éste, bien que sea el último, tanto como a tí. ¿Acaso no puedo hacer yo de lo mío lo que quiero? ¿O ha de ser tu ojo malo o envidioso, porque yo soy bueno? De esta suerte los postre- ros en este mundo serán primeros en el reino de los cielos y los primeros postreros. Muchos em- pero son los llamados mas pocos los escogidos. Aclaración literal del texto. El Reino de Dios está dentro de nosotros mismos, y del reinado de Dios en cada uno de nosotros irradia la acción bienhechora y santificadora en la sociedad cristiana de la que se forman los pueblos cristianos, hi- jos de la Iglesia. No todos son llamados a trabajar di- rectamente en la acción social cristiana, pero todos lo son a trabajar en ese campo, donde Dios quiere sentar sus reales y producir los frutos de la vida eterna, es decir, el campo de las almas. La voluntad del Señor es que todos se salven y lleguen a la posesión de la verdad y del Bien supremo y por eso llama a todos indistintamente a trabajar en su heredad. Este llamamiento hácese casi imperceptible-

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