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AE Y, GE cismáticos, luego los bárbaros, después los moros. Un poco más tarde nuevos herejes revolucionarios en la Edad media. En la edad moderna los protestantes, los calvi- nistas, toda una variedad infinita de errores que com- batían con furor a la Iglesia y Jesús, sin abandonar un mi- nuto a los suyos, llegada la hora y probada bien la fe de los buenos, intervenía, y las sectas iban cayendo desmo- ronadas y divididas en mil pedazos, mientras la Barca de Pedro seguía como nueva. En nuestros tiempos la sectas tenebrosas, la masonería, el liberalismo, la Revolución, con hombres perversos que no pueden ni oir el nombre de Jesús, renovaron y mantienen el temporal; y... Jesús si- gue con nosotros y no pueden echarlo de la nave y mien- tras no lo echen, no hay cuidado que zozobre. ¡Ya puede arreciar el temporal! Y... ¿será posible que haya niños o grandes que tengan miedo, sabiendo que hace tantos años que se han roto la cabeza contra la quilla de la Navecita de Jesús tantos poderosos, tantos reyes, tantos malvados, instigados por el infierno? ¡No, no prevalecerán! Pero a lo mejor se encuentran niños que se espantan de apare- cer cristianos, porque un compañerito les dice una palabra o se ríe de que van a Misa, o les dice alguna patraña que ha oido o leido en algún libro de herejes. Se ahogan en un vaso de agua. Es la historia de muchos que naufragaron en su fe. El miedo, el respeto humano, la falta de confianza en Jesús. Eso es todo. Mientras otros mil y mil, con mayo- res dificultades, más, sabios, más prudentes, se afirman en Jesucristo y lo confiesan y lo siguen y se glorían de El. ¿Sois vosotros de los valientes o de los cobardes?. Vues tras obras lo han de decir. Fiad de Dios y no :temais a nadie.
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