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pS == el desayuno; pero se les olvida pedir a Dios el pan de cada día para el alma y para el cuerpo. La pobre alma ciega, hambrienta, flaca y menesterosa, va quedándose olvidada como si no la tuvieran./Lo mismo hacen los perros y los gatos. Ladran y mayan, para que les den de comer, y, en cuanto se les da, ya están jugando o durmiendo. Lo cual no es extraño, pues son animales brutos, sin alma ni destinos inmortales. Pero es vergonzoso que haya niños cristianos sin más aspiraciones que los animales. Muy ma- la señal es no sentir necesidad de rezar, de hablar con Dios, de pedirle gracias y auxilio en nuestras necesidades y peligros espirituales. Así como cuando un niño no siente gana de comer y se pasa los días y las noches sin pedir alimento o sin gustarlo, aunque se lo ofrezcan, decimos que está muy malito y que hay que llamar al médico, de igual suerte los que no sienten necesidad de rezar y se pasan la vida sin mirar al cielo donde está nuestro Padre que nos sostiene y nos guarda, señal es que esos niños tienen enferma el alma. No pueden estar tranquilos; algo les pasa. Cuando oigais que alguno no reza jamás ni al levantarse ni al acostarse, ni en casa, ni en la iglesia, ha- beis de tenerle compasión; si continúa así, está condena- do a muerte eterna, como el que no come, se muere sin remedio. Para orar pues, hay que sentir deseos de hablar con Dios y de pedirle lo mucho que nos falta. Pero ¿Cómo?.. Ya lo dice el Catecismo: «Orar es levantar el corazón a Dios y pedirle mercedes con humildad y confianza. Hu- mildad y confianza. Recordad ahora al leproso y al cen- turión que pidieron a Jesús misericordia, y ved cómo su oración es perfecta, es humilde, es confiada. Llega el le- proso y dice con toda seguridad y sencillez: «Señor, si quereis, podeis limpiarme.» No duda del poder de Jesús, sino que lo afirma y solicita de su amor que quiera lim-
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