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286 P. BIENVENIDO DE ESTELLA ae, Es en las afueras de Santa Barbara, “Los © Mayos”, donde un amigo me presenta a un em- ; pleado muy fiel y tiene sumo interés en que yo je dé un remedio para su brazo, hinchado por — un maligno carbunco. —jOh!, me duele mucho y me tira hasta ef _ horabro, dice lamentandose el pobre paciente. | —Luego sentira alivio; hagase lo siguiente: Proctirese sietevenas y limpiaplata; cocidas las dos yerbas, se las pone en el brazo en bue-— na cantidad y tibias o frias. La primera, la sie- tevenas, se la pone sobre la carne cubriendo et grano con mas extensién; encima de esta yerba, — se pone la limpiaplata en forma que le cubra todo el brazo hasta el hombro ... y Ud. vera luego lo que pasa. De dos en dos horas, sin qui- tar la cataplasma, se la moja con la misma agua de las dos yerbas. Se quita el pano de encima, no mas, que debe ser de lana o de bayeta, etc... el cual se vuelve a poner. Una vez, al dia, se cambia esta cataplasma, por otra nueva de la misma yerba. Una vez haya salido el raigén de la picda, se pone sola la cataplasma de limpiaplata sin la sietevenas. Asi hasta que se cicatrice y deshin- che el brazo. —jQué eficaz su remedio! —me dice el pa-~

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