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24 F. BIENVENIDO DE ESTELLA lienta’’ dicen algunos. No niego que entren en ealor con los calditos calientes . . . por su ma- tecito mas caliente . . . Pero este recurso es- tropea el est6mago; es preferible acostarse, y massi es anciano el paciente; y sobre él un guatero, 0 cosa semejante, para provocar calor en reaccién. Si eres joven y tienes frio, trajina, anda, co- rre; si tienes hambre y frio, come algo que “pe- gue al rifion” como se dice y toma un traguito de vino; ahi te vendra el calor. Los alimentos, frios o tibios, nunca calientes .. . j Entiendan, comensales!! .. . Estaba yo en casa de un amigo, quien convi- do a un almuerzo a varios amigos; entre ellos, a un médico. A la hora del almuerzo cada uno se sent6 donde se le senhal6. Al médico le tocé’a mi lado. Delante de cada comensal hay una su- _ eulenta cazuela de pollo, con aspecto de puche- ro, pues se ven tantos ingredientes. Yo no co- ' mienzo a comer; espero, y mientras tanto doy conversacién a* los comensales. El médico me miraba con disimulo y yo seguia hablando. Por fin caleulé que la caldeada cazuela se ha- bia entibiado y dije al médico: —jQué le pa- rece, doctor? ;Qué comensal tan charlatan!—ha- bra dicho Ud., no come por hablar... —Giid —Es lo caliente de la cazuela, que Uds. han

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