BCCPAM000R16-1-10000000000000

LA PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS PRUEBAN 38 SU DIVINIDAD La Hora de Dios Ante las santas emociones del alma cristiana por la majestad y grandeza de los dolores del Hombre Dios, la incredulidad de los mundanos se encoge de hombros y no sabe otra cosa sino blas- femar de lo que ignora. Por delante de la cruz de Cristo pasaron los curiosos del calvario y los incré- dulos de aquel tiempo, y le silbaron; movieron la cabeza y no pensaron que aquella escena tuviera trascendental significado. Pero la divinidad de la víctima se impone por sí misma, por encima de todo eso que ha dado en llamarse casualidad y habilidad. No, la casualidad es palabra vacía de sentido, y es imposible, con toda la habilidad de un hombre de ingenio, hacer coincidir en su per- sona el exacto cumplimiento de tantos pronósti- cos; el hombre es apenas dueño de sus propias determinaciones, pues ¿cómo dominaría las pasio- nes, los intereses, y voluntades de tantos hombres así de las edades pasadas como del tiempo pre- sente, conjurados en la ejecución del tremendo drama de la Pasión. ..? No, no; no hay aquí industria humana, sino presciencia divina. Acerquémonos más al divino Paciente; no seamos vanos espectadores de lo que pasa; estudiemos el alma misma de Jesús en la triste hora de la Redención; la notaréis en el huerto, embargado por la turbación espantosa que le hace sudar sangre y decir a su Padre celes- tial: «Padre, si es posible, pase de mi este cáliz».

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz