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80 LA VÍCTIMA HABLA A LOS REDIMIDOS heroico de la fe y del amor, entregándonos ciega- mente al divino plan. 5.” Que el que ama de veras a Dios, padece sed de su gloria y hambre de justicia, y se sacia su- friendo por desagraviarlo. 6. Que nunca dice el amor BASTA cuando su- fre por Dios: sólo la muerte consuma el sacrificio. 7.* Que el que sufre por amor de Dios, no calcula el éxito del sacrificio, sino que se entrega genero- A samente y descansa en Dios. ¿Qué hacer ante lo sublime de la ciencia de la cruz sino elevar el pensamiento y el corazón has- ta el trono de luz de la primera discípula de Cris- to, llamando a la Virgen Santísima en nuestra ayuda? Oh, Madre dolorosa, que aprendiste a sufrir sufriendo con Jesús tu Hijo divino, enséña- nos esta celestial ciencia. Queremos estar siem- pre junto a la Cruz y llevar la nuestra con los mismos sentimientos de amor y de expiación que divinizaron las penas de Jesús y las tuyas. Ya que éstas nos acompañan inseparablemente du- rante la vida, haced, Madre mía, que sepamos elevarnos con ellas hasta Dios.

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