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68 LA VÍCTIMA HABLA A LOS REDIMIDOS zó entre Jesús y María una mirada de inteligen- cia infinita que autorizó al Maestro para decla- rar solemnemente ante el mundo helado de es- panto, que los hombres no sólo quedaban perdo- nados y redimidos, sino que tendrían derecho a llamar a la Virgen Madre suya. ¡Qué sacrificio más perfecto el de la Virgen Santísima. ..! ¡Cómo Dios se complace en aqui- latar aquella santidad soberana! ¡Qué bien res- ponde a las quejas de los buenos cuando sufren! ¡Cómo prueba en el crisol de amarga tribulación a su adorada Madre! ¿Tendremos nosotros va- lor para quejarnos, alegando inocencia, o tildan- do de exageración cuando nos pide abdica- ciones. ..?
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