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60 LA ví TIMA HABLA A LOS REDIMIDOS hubiera querido sufrir por puro amor y enseñar- nos cómo el dolor humano eleva, purifica y divi- niza cuando su motivo primero y su razón última es el amor al Supremo Bien. Era preciso que la Palabra creadora y soberana de Dios hablara primero con los labios balbucientes de un Niño que llora por dolores físicos inevita- bles, y luego con esos mismos labios pero ya tré- mulos y cárdenos por la agonía de una muerte horrenda, impuesta por la suprema Justicia de Dios mismo y causada por la iniquidad sin me- dida de los hombres. ¿Tiene el dolor tan ponderado por los que ab- negadamente lo aceptan, algo de divino que Dios mismo pudo y quiso sufrir. ..? Mucho nos impor- ta saberlo, puesto que es nuestro patrimonio se- guro en la vida del tiempo. Oigamos al divino doliente, a la Víctima adorable que cuelga de la Cruz. El habla unas pocas palabras antes de ex- pirar, pero están saturadas de luz, de amor y de fuerza. * * * «¡¡PADRE, PERDÓNALOS, PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN!! Primera palabra La fuente más ordinaria y la que nos parece siempre más irracional de molestias y mortifi- vaciones es el prójimo; difícilmente nos persuadi- mos de la justicia que pueden tener para afligirnos; nos colocamos siempre en situación de inocentes
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