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ESTALLIDO DE LAS PASIONES 19 Pero... sin que el populacho, ni los que habían corrompido su criterio dieran en la cuenta, Dios ponía en aquellas enronquecidas maldiciones el grito de todas las pasiones; era el virus corrosivo de todas las llagas de los hombres de entonces y de los siempre; era la revelación del por qué era precisa la muerte de Jesús. * * * Estallido de las pasiones Escuchemos atentamente esa infame gritería. La avaricia de Iscariote grita, y Judas vende a Cristo y... pide su precio. El orgullo de los fa- riseos se revuelve despechado y seduce al pue- blo contra el Maestro Divino que cien veces les confundiera. El rencor y la envidia reconcentrados de los Doctores y Sacerdotes de la Ley caduca, consi- guen comprar la lengua y la garganta del divino Taumaturgo, y hacer enmudecer al gran Profeta. La sensualidad se irrita contra aquel hombre in- corruptible que tuvo la osadía de predicar la pu- reza hasta en los pensamientos y deseos, llaman- do fornicarios y adúlteros a los que otra cosa hi- cieran. La fría incredulidad del partido saduceo, los espíritus fuertes de entonces, se esfuerza con- tra el austero predicador de la mortificación de la carne; contra el Maestro que anunció la resu- rrección de esa carne purificada, espiritualizada en el sepulcro. Las pasiones políticas de los escri-

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