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48 JESUS VÍCTIMA DE NUESTROS PECADOS cebadas contra Dios, son el mal; el dolor y el tormento de cuerpo y alma, son su remedio». Veámoslos en el buen Jesús. El arrepentimiento, la penitencia, en sentir de Sto. Tomás, es la sensación interna del mal, sensus mali»; es esta sensación el principio de la resurrección espiritual de las almas en pecado. He aquí, pues, que Jesús se nos presenta en su Pasión como el gran Penitente; el único verdadero Penitente; ensañado contra sí mismo; dispuesto a sentir todo el horror del mal y... 4 reme- diarlo condignamente. Desde ese momento deja caer sobre sí nues- tras enfermedades morales, nuestras impulsiones morbosas que hacen presa en el Justo con un en- sañamiento satánico. Aquel grito infame, formi- dable, que se dejó sentir ante el estrado público donde Pilatos presentó al mundo «El Hombre», el hombre que iba a morir por todos los hombres, fué el coro estridente de las pasiones exaltadas en el populacho por sus príncipes y sacerdotes; pe- dían la muerte del Justo. ¿Qué otra cosa podían pedir en su delirio de maldiciones y blasfemias? No era, en verdad, necesaria tal petición. Ya Je- sús se había entregado voluntariamente y no in- tentó defender ni su honor, ni su vida; ya el Pa- dre había puesto al Hijo a merced de sus enemigos infernales para que fuera inmolado; aquel estré- pito de voces sobornadas y enloquecidas no haría sino precipitar al mentecato y alelado juez a que diera la sentencia pronosticada centenares de años antes, y anunciar que era ya llegado el momento del gran Sacrificio.

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