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EL DOLOR SUBLIMA AL HOMBRE Y LO SANTIFICA 39 El Dolor sublima al hombre y lo santifica Dios nos hace sufrir porque nos ama, y nos ama porque somos hechura suya en la que ha cifrado su honor, y en su honor nuestra eterna ventura. Puede ser que, aun después de lo dicho hasta aquí, esta afirmación escandalice a muchos; pero no por eso dejará de ser verdad ante la razón di- vina y ante la razón humana. No hay hombre no- ble y fuerte que se complazca en atormentar a un niño, o que abuse de la debilidad de un ser iner- me: ¿Tendría Dios un placer absurdo en aplas- tarnos con su grandeza? Nosotros sabemos por experiencia propia que el amor exige a veces el sacrificio de la felicidad momentánea de la persona amada; la madre da a su hijo querido la pócima amarga aunque llo- re; y ve sin protestar cómo rasgan sus delicadas arnes; quiere que viva, y por lo mismo, quiere que padezca el dolor.sin el cual moriría. Y si Dios no nos enviara trabajos que cauterizaran lo gangrenado de nuestra alma, moriríamos par siempre. ¡Qué hermoso es sufrir sabiendo que la 'ausa primera de nuestras penas es el Ser infini- tamente amable y bueno que nos ama como nadie puede amarnos! El castigo más grande de no ver a Dios en nuestros dolores es padecerlos sin con- suelo. Pero mirándolos con los ojos iluminados por la fe, salimos del pasillo estrecho y agobiador del fatalismo, y nos hallamos en campo abierto a la faz del Señor que nos puso en este mundo por
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