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38 EL DOLOR ES UN BIEN desciende por la resbaladiza pendiente del mal, contento y alegre, jactándose, como los impíos de siempre, de que «pecan y ningún mal les ha sucedido», temed y temblad por ellos y por la so- ciedad donde viven: por ellos, porque se endure- cen, porque se encanallan, porque Dios los aban- dona a su suerte; no teniendo dolor, carecen de un estímulo poderoso para saludables reacciones; no sienten en su alma esa vibración molesta que les obligaría a cambiar de postura y buscar la fe- licidad más arriba; se familiarizan con el mal, y así los alcanza la muerte. Temblad por la socie- dad en que viven, porque abusarán impunemen- te de la inocencia, de la debilidad, de la buena fe de los que les rodean, haciéndoles servir a su di- sipada vida; porque serán un foco de infección, un estimulante para facilitar las caídas de otros. Adoremos nosotros, entre tanto, la Sabiduría de Dios que sabe sacar tantos bienes de los males que nos atormentan en esta vida: bendigamos su Justicia soberana que no disimula nuestras caídas ni soporta nuestra degeneración. ¿Qué linaje de Justicia fuera la que no se ofendiera por el pecado? ; y ¿qué suerte de amor el que consintiera vernos descender y abatirnos sin reprendernos y llamar- nos al orden? ¿Qué cielo sería el que esperamos ¡ lo mismo pudiera llegarse a él con oraciones que con blasfemias; lo mismo depurados y lim- pios como los ángeles, que manchados y abyectos como los que viven en la crápula y el vicio. ..? * * o
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