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32 EL DOLOR ES UN BIEN caído en lo profundo de la degradación y conver- tídose en algo más abyecto que los irracionales. Admitiéndose que las desgracias de la vida no tengan vinculación alguna con el orden moral, sino que son determinismos hereditarios, explí- quesenos cómo ese determinismo no ha barri- do de la tierra a los hombres cubriéndolos con las ruinas de un mundo que hubiera perecido con ellos. Nosotros sabemos lo que son dos o tres gene- raciones de malvados, pero no podemos saber lo que sería una serie de millares y millares de gene- raciones siempre en vía descendente hacia el eri- men. Dígase lo que se quiera, el hombre dejado a sus solas fuerzas, baja siempre, pese a todas las reglas y leyes de selección inventadas por etnólo- gos, pedagogos, filántropos y gobernadores polí- ticos. Ninguno podría poner un jalón terminal en la corrupción interna del individuo, que es la que origina la corrupción de la especie, si no hu- biera en nosotros algo que provocara reacciones internas de adentro para afuera. Si estuviéramos apartados de Dios irremisiblemente y los males de esta vida no nos hablaran de castigos y de ex- piaciones rehabilitadoras, que espolearan la dor- mida conciencia para buscar remedio a $u mal, podríamos admitir hoy, después de millones de lesiones hereditarias, acrecentadas en cada ge- neración en dimensiones monstruosas, que el hombre, esel ANIMAL SAPIENS de los transfor- mistas, hijo de una bestia, pero mucho más bes- tia que su padre. ¡Y quién sabe si no es esta la úni-
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