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SUPERABUNDANCIA DE LA REDENCIÓN. —MARÍA 301 cognoscible, que sale por llagas incontables y se transparenta de una carne despedazada, formada milagrosamente para ser sacrificada en la Cruz. Superabundancia de la Redención. María. Como si no fuera bastante lo infinito substan- cial puesto por Jesús en la balanza de la divina Justicia, quiso añadir todavía el sello del dolor maternal de María; lo más parecido al infinito amor de Dios: la Inmaculada... llorando. El plan de Jesús era superar con la expiación la culpa; entraba pues muy bien en sus miras el sacrificio de la inocencia y del amor y de la santi- dad creados, y el doloroso eclipse del rayo más puro de luz en la tierra, agonizando sobre los des- pojos de su divina muerte. Allí está María arro- dillada en la tumba de Cristo; es la única palpi- tación de vida en la mansión de la muerte; sus piadosas lágrimas brillando en la obscuridad, de- jan leer bien el epitafio de la redención. «Así AMÓ Dios A LOS HOMBRES”. Sobre esa tumba se des- borda la gracia de la Madre, y flotando en ella an- da su espíritu virginal como la expresión cabal de la Redención. Por uno de esos prodigios, que a fuerza de ser claros impiden el raciocinio y sub- yugan la inteligencia, la Sangre de Cristo había

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