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300 PENSAMIENTOS SUELTOS peñado en volear una montaña de granito. Somos pequeños, muy pequeños; formóse nuestro cuer- po de tierra amasada; nuestro espíritu es falible y enfermo; somos como leve pluma arrastrada por el viento; de esa misma pequeñez nace la fealdad de la culpa, cosa despreciable, si no fuera contra Dios. Pero cuando Dios obra como Dios y toma so- bre sí la obra de la redención del hombre, brota lo infinito de su misma eternal fuente. Todo es gran- de, sólo el pecado parece mezquino. Jesús es infi- nito porque es el Verbo de Dios hecho carne; in- finita es su Bondad al ocuparse en el hombrecillo que provoca sus iras; su Sabiduría es infinita ha- llando el medio de perdonar, sin desdoro de su Santidad; infinito es su Amor que perdona y olvida; infinita su Omnipotencia, que lleva a cabal ejecu- ción el milagro de la Muerte DIVINA, que sin la fe nada significa en la lengua humana. Juntemos todas esas infinidades; escudriñemos bien la amargura infinita que Jesús eligió apasionada- mente, y veremos cómo superabunda y exce- de la Redención a la caída, la gracia al pe- cado. ¡¡Qué intensidad de amor y de misericordia arguye la muerte de Jesús acompañada del sacri- ficio de su honor y de sus más caros sentimientos!! Los suyos no le conocieron; sus hermanos le entregaron al suplicio infamante; fué un proscri- to en su patria; fué escupida y pisoteada su divi- na persona; ¿qué pecados habrá a donde no alcan- ce la Redención copiosísima del calvario? El cadáver de Jesús es trofeo de un amor in-

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