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286 Pa PENSAMIENTOS SUELTOS timos no tienen a Cristo crucificado, ni como mo- delo, ni como valor de expiación, ni como razón soberana de sus penas; y el cristiano, sí. Desen- tendiéndose de Cristo clavado en la Cruz, el hom- bre sufre como pagano, con desesperación y sin mérito. No apartemos por tanto jamás la vista ni el corazón del símbolo divino del dolor unido al amor, el cual puede más que la muerte, según lo demuestra Jesucristo en su Cruz, y nos lo confir- ma la divina Madre asistiendo imperturbable ve- cina al santo Madero, más firme y segura que las piedras que se conmovieron y rajaron en la muer- te de Dios. Mirémosla allí en su puesto de honor y de dolor; esforzada para soportar el peso tremendo de la Pasión y de la muerte de su divino Hijo, y fuerte aun para llevar en sus brazos a los verdugos has- ta abrevarlos en el manantial de la Redención. IV. Dolores que redimen. Preciso fué ver a Dios muriendo en la Cruz pa- ra que los hombres ereyeran que el sufrimiento purifica, redime y salva. Hecho Jesús víctima por los pecadores, sufrió dolores indecibles ante los cuales toda criatura retrocedería sin acertar,
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