BCCPAM000R16-1-10000000000000

MARÍA AL PIE DE LA CRUZ 285 timaban su dignidad de Madre divina, sino que es- tuvo en pie einmoble, hasta que los amigos descla- varon el cadáver santísimo, y Ella dióle abrigado puerto en su regazo. Entonces se sentó en las pie- dras, y revocó a la memoria, con arrullos de ter- nura y de amor inmenso, los días de la infancia de su Amado. Tenía entre sus brazos el trofeo de un Amor omnipotente. Ella era el compendio y cifra de cuanto Dios puede hacer por el hombre y de cuanto el hombre puede sufrir por Dios. Grabando ahora en nuestra mente esta adora- ble y emblemática figura, pensemos que si, al re- vés de lo que ella proclama, nos empeñamos en separar a Jesús de nuestra cruz, rehusando acep- tar las razones divinas que nos alientan a llevar- la, duplicamos su peso y multiplicamos los clavos que a ella nos sujetan, pues entonces pesarán so- bre nuestra alma las resistencias que oponemos, las murmuraciones, las endebles razones y peque- ñas disculpas aducidas contra la penosa obliga- ción. Tendremos la Cruz desnuda sin Jesús, y así nadie la puede soportar sin sucumbir bajo su pe- so. Para sobrellevarla con entereza y llegar con ella al fin por la pendiente de la tribulación, es preciso imitar a María Santísima, amar con ar- dor como Ella amó a Jesús. Si ha de haber dife- rencia entre el sufrir de los cristianos y el padecer de los paganos, ella ha de consistir en que los úl-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz