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282 PENSAMIENTOS SUELTOS Tal postura convenía en tan solemne hora a la Mujer pronosticada en el Paraíso. Está en pie la Virgen porque su calcañal oprime, hasta aplas- tarla, la cabeza de Satán, cayendo sobre él vie- toriosa, mientras lleva en peso a Dios moribun- do, sostenido entonces, más que en la Cruz, en el corazón traspasado de María. ¿Podría estar desmayada en tan solemne trance...? Ella es el blanco lirio erguido entre espinas, co- mo lo significaba su Amado en sus eternos re- quiebros, mientras la tierra donde crece, la misma que sostiene la Cruz, está cubierta de malezas, de almas caídas, de mustias flores ajadas por el pecado. María está en pie, firme, porque jamás cayó; siempre fué pura y santa, y como tal, subía siempre a las alturas. Así como su alma no se abatió en el cieno del pecado cuando todos esta- ban enfangados en él, su cuerpo virginal, aquel lirio precioso que produjo el fruto de la Vida, se man- tiene enhiesto, reflejando en su blancura la luz de los ojos moribundos de Cristo, y recogiendo, co- mo en cáliz aromatizado por el amor y por la pu- reza, la Sangre divina que nos redimía. De esta manera la Dolorosa, de pies junto a la Cruz, representa el renacimiento de las almas todas, y es signo de la rehabilitación particular que Jesús otorgaba al sexo femenino junto al ár- bol de la vida, borrando la ignominia que lo hu- milló, un día triste, junto al árbol de la muerte.
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