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SOLIDARIDAD ENTRE JESÚS Y LOS REDIMIDOS 267 somos sus miembros. Así llega a cada uno de no- sotros la redención, por la acción de un ser infi- nito y responsable por todos. Miremos ahora a la Madre de este Hombre Dios, de este Hijo del hombre, de este segundo Adán, y la veremos participar substancialmente de la solidaridad mi- sericordiosa que nos ha salvado: «Jesucristo, dice el Santo Pontífice Pío X, en cuanto Salvador de los hombres, es un solo ser moral con ellos, y como tal nació de María, que lo engendró libre- mente para dárnoslo en rescate. Si María no fue- ra por lo mismo Madre de todos los hombres, no sería Madre del HomBrE ToraL; es decir, habría engendrado físicamente a Jesús, pero no moral- mente; sería Madre de su cuerpo, pero no de su espíritu. Así como el cuerpo místico de Jesús, que son los redimidos, es el complemento del cuerpo físico que recibió de la Virgen, del mismo modo los redimidos dan a María el complemento mo- ral de su maternidad material». La consecuencia de estas luminosas considera- ciones del augusto Pontífice en favor de la tesis que sostiene la intervención de María en la dis- tribución de todas las gracias, se impone por sí misma. Sin la gracia santificante no es posible la incorporación real del hombre a Jesucristo, y sin el concurso eficaz de las gracias actuales ocasio- nales no es posible mantenerse unido a la Cabe- za y jefe de los predestinados: ellas nos sostienen adheridos a Jesús como los sarmientos a la vid, y así circula por nuestro ser espiritual la savia de la Redención.

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