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LA AUTORIDAD DÉ CRISTO Y LA DE LÓS GOBERNANTES 243 humillante de los espíritus que marca el bajo ni- vel de los pueblos; en el orden religioso, en el or- den sobrenatural, donde se mueve el cristiano, se nota la decadencia de las almas, incapaces ya de aspirar a la santidad; como si se hubiera acortado la mano de Dios; como si el Evangelio, en lo que tiene de más puro y exquisito, hubiera pasado de moda; como si el mundo no necesitara héroes en lo divino que sostengan sus ideales y lo salven. ¿Quién no se alentará a ser de la aristocracia del gran Monarca que nos amó sin tasa y sin medida, para que no la pongamos nosotros en su servicio? La autoridad de Cristo y la autoridad de los gobernantes Cuando nuestro Santísimo Padre el Papa Pío XI proclamaba el día 11 de Diciembre del año 1925 la fiesta de Cristo Rey, hacía observar auto- rizadamente en su Encíclica las consecuencias beneficiosas que en favor del orden social traería el recuerdo constante y sensiblemente percibido por un culto solemne, de la suprema autoridad con que el divino Salvador posee las conciencias de los eristianos, consagrando desde su trono real .las soberanías legítimas de la tierra, a las que se debe obediencia y sumisión. Si no se hace depen- der de Dios el poder de mandar a los hombres, los hombres verán siempre en el que manda un ser
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