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Km SS Kw REINADO DE JESUCRISTO turados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados seréis cuando, por mi causa, fuereis perseguidos y maldecidos; gozaos entonces, porque vuestros nombres están escri- tos en el cielo». He ahí los títulos de nobleza de los mejores en- tre los seguidores de Jesucristo. Por conseguirlos han trabajado valientemente los santos, que son la aristocracia del Reino de Dios. Niños y ancianos, hombres y mujeres, pobres y ricos, nobles y ple- beyos, sabios e ignorantes, sin distinción de raza ni de pueblo, cuando han sido tocados de la subli- me locura del amor de Cristo, le han seguido hasta el heroísmo, hasta el martirio, hasta el más perfec- to holocausto de sí mismos; sin medir lo mandado o lo permitido, ni calcular las ventajas de sus ser- vicios; sin escatimar ningún esfuerzo; seres ex- traordinarios que han pasado y pasan por el mun- do derramando luz y aromas con que dejan mar- cado y trillado el camino de la Cruz; siendo piedras millarias por las que podemos medir nuestros avan- ces o retrocesos en el bien, y que desmienten a los pusilánimes cuando dicen que no es posible subir a las alturas de la perfección señaladas por el Di- vino Maestro, ni alcanzar la meta a donde llegó con su Cruz, con el cetro de su amor infinito, el Divino Triunfador, el Rey inmortal de los siglos. Por no querer aspirar a las cumbres de lo mejor, vemos la multitud de cristianos que apenas llegan a lo que es bueno; y así como en el orden moral y social se echan menos los hombres de energía y tesón, las almas generosas que sacudan la atonía

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