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238 REINADO DE JESUCRISTO téis a mi derecha o a mi izquierda en mi Reino, no es cuestión que haya de ventilarse ahora, sino que se reserva a mi Padre para el día de las eter- nas sanciones. Ahora, ahora quieren los muy egoístas recibir el premio de su vasallaje; ahora, en bienes de la tierra, como si el poderío de Cristo no ofreciera garantía suficiente a los que le siguen, para espe- rar a recibir premios y recompensas en bienes mejores que los que la tierra puede dar. De aquí que no puedan o no quieran entender que las tri- bulaciones, las penas, las pobrezas y las humi- llaciones de este mundo sean compatibles con la Bondad y la Munificencia de Dios; y pidan cons- tantemente en sus oraciones que les libre de ellas; y si mo se lo concede, se quejen y se lamenten y hagan comparaciones con otros que no creen ni rezan y... son felices. Esta es, quizá, una de las deslealtades más dolorosas para el Corazón de Jesús. El demostró su amor sufriendo por los su- yos, y éstos no lo reconocen sino en los placeres y gustos que de esta vida esperan. ¡Buenos están para dejarlo todo voluntariamente por amor de su Réy crucificado, si murmuran, y se quejan, y se retiran de su servicio porque no los colma de favores terrenos! Recordemos siempre que Cristo es Rey de amor y de sacrificios; que, siendo Dios, no pretendió hacer valer sus títulos para impo- nernos vasallaje, sino que se anonadó por noso- tros, se hizo pobre, se humilló y tomó forma de siervo para cautivar nuestro amor, para enseñarnos que no está en la tierra el éxito de los esfuerzos

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