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18 EL DOLOR menta: el recuerdo de lo que nos fué grato nos atenaza como un sarcasmo de algo que soñamos y que ya no es, Cuando buscamos en los hombres un consuelo, llevados de nuestra naturaleza sociable, encon- trámonos con seres agitados como nosotros por guerra interior, vencidos en ella muchas veces, y que son falsos amigos, individuos de ideas opues- tas a las nuestras, llenos de codicias, interesados en sus afectos, mentirosos, cerrados de inteligen- cia para conocernos, para entendernos, pero muy dispuestos a humillarnos y calumniarnos, hasta hacernos desear de nuevo la soledad, y replegar- nos en nuestra vida interior, que si no tiene me- jores razones que estas negativas, es una cobar- día, y nos amarga como el remordimiento. Pudo con absoluta verdad decir el Libro de la Imitación de Cristo: «Dirige tus miradas hacia arriba, dirígelas hacia abajo; sal de ti mismo, vuelve a entrar en ti otra vez, y en todas partes hallarás cruces Querer calificar los dolores, es querer enumerar los motivos que nos hacen padecer en el cuerpo y en el espíritu. Lloramos al nacer sin saber por qué: lloramos viviendo y gemimos bajo el peso de la vida que nos es amada: lloramos al morir, cuando razonablemente deberíamos alegrarnos por dejar el peso que nos agobia. El hombre es, realmente, un misterio de dolor,

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