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LUCHAS Y VICTORIAS 227 judíos, por una religión verdadera pero figurativa, que ellos querían eternizar como apoyo de su na- cionalidad; y entre los gentiles, por todo, un museo de dioses protectores del Imperio romano que en- tonces llenaba la tierra conocida, y había juntado en una sola persona al César y al Pontífice máxi- mo; y en una sola denominación la legalidad y el derecho, la conciencia y la fuerza, Jesús no tocó directamente estas instituciones en cuanto que eran políticas; pero como su Reino, no siendo terreno sino espiritual, podía y debía convivir con todos los reinos del mundo, por su misma naturaleza debería, a poco andar, manifes- tarse en público, modificar las costumbres y lue- go las leyes que en ellas se hubieran fundado, y dejar sentir su acción en el orden social. Primero, porque Jesús no había enseñado su doctrina ni establecido su ley espiritual para algunos inicia- dos solamente, como lo hacían los filósofos de en- tonces, sino que ordenó a sus apóstoles que fuesen por todo el mundo con la palabra pública en los labios y el fuego en el alma, anunciando a todos el reino de Dios: «Quod in aure audistis praedi- cate super tecta», les había dicho: lo que habéis aprendido en mi escuela al oído, anunciadlo so- bre los terrados. Por este procedimiento con- quistarían primero los hombres y luego las socie- dades; y las naciones serían cristianas siéndolo sus miembros y ciudadanos. Y segundo, porque, or- ganizada la Iglesia como sociedad espiritual en medio de las sociedades paganas, forzosamente tenía que hacerse notar y chocar con la idolatría,

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