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226 REINADO DE JESUCRISTO gran León XIIL «No hay diferencia entre los in- dividuos y el consorcio civil; porque los individuos unidos en sociedad no están por ello menos bajo la potestad de Cristo que lo está cado uno de ellos separadamente. El es la fuente de salvación priva- da y pública... No es feliz la nación por distinta razón de aquella que hace feliz al individuo; por- que aquélla no es otra cosa que una multitud con- corde de hombres Así sobresale excelentemente el Reinauo de Je- sucristo sobre los más encumbrados tronos, no sólo porque es divino, sino porque, siéndolo, se cierne soberano sobre las pequeñas cosas e inte- reses de la tierra, mira a los bienes del alma, a los inmortales destinos del hombre, y encauza y su- bordina cuanto pasa, dando a cada uno lo suyo: «a César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios»; desde la moneda del tributo, signo de de- pendencia política y económica, hasta el más es- condido acto de la voluntad, demostración de la soberanía trascendental de la libertad humana con la cual ha de alcanzar el hombre sus destinos sobrehumanos. Luchas y victorias Con ser el Reino de Cristo la garantía más fir- me de la libertad y dignidad humanas, su insti- tución era empresa digna de sólo Dios; pues el lugar que debía ocupar estaba tomado, entre los
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