BCCPAM000R16-1-10000000000000

CRISTO REY 219 de Judea y Galilea primero, después por todos los caminos abiertos por la civilización romana, y aun más allá entre los pueblos bárbaros, predi- cando la buena nueva del Evangelio de Cristo, su Reino, investidos de la misión que les encargaba como a quien «se ha dado todo poder en el cielo y en la tierra». No oirlos, rechazarlos, sería título suficiente para eterna condenación. Así se presentó entre los hombres el Hijo del Hombre, el Verbo de Dios hecho carne. Realizá- base, a ojos vistas, cuanto de simbólico y figura- tivo contenía el pueblo de Israel, el pueblo de Dios, encerrado hasta entonces en las fronteras de Palestina; fronteras que el gran Rey borraba a su paso como marcas hechas en la arena, para establecerel Reino espiritual sobre todos los pue- blos y sobre todos los hombres del universo. De El había cantado el real Profeta: «Yo te he constituído Rey sobre el monte santo de Sión: Tú eres mi Hijo, Yo te he engendrado en la eternidad; siéntate a mi derecha mientras pongo a tus enemigos por al- fombra de tus pies. Pídeme, y yo te daré en pose- sión todas las gentes, hasta los últimos términos de la tierra». Y el vidente real, figura el mismo del Mesías, se encara con los poderes de la tierra que habrían de querer estorbar el establecimiento del reino de Cristo, y les dice: «Et nunc reges intel- ligite erudimini qui judicatis terram; servite Do- mino in timore: et exaltate eum cum tremore». Reyes y potestades de la tierra, escuchad y en- tended: servid al Señor con temor, y ensalzadle con santo pavor».

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz