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bo ps «y A ARPA Y OS dad de Cristo y las humillaciones, dolores y opro- bios que sufrió en la Cruz por salvarnos; y que no hay expresión más pura ni más auténtica de la devoción que hemos de manifestar a Jesús que adorarlo crucificado, reaccionando así enérgica- mente contra ese cúmulo de devociones afemina- das que amenazan deformar el culto católico, di- ragando en cuanto es accidental y circunstancial por pagar tributo a la moda piadosa, tan capri- chosa y versátil como todas las modas; pero que en este punto particular, desvía de su verdadera ruta el alma de los fieles, y la enajena de las san- tas conmociones de lo sólidamente cristiano que le habla al corazón, y le impone con severidad el único y no preseriptible modelo de lo que es gran- de, de lo que es puro y de lo que eleva los espíritus a las alturas del Evangelio. Apoyémonos en la mente de la Cabeza visi- ble de la Iglesia, e intentemos demostrar aquí có- mo es verdad histórica que Jesucristo reina desde la Cruz; que ella es su cetro real, su trono y el se- creto de su poderío en cuanto Hombre unido subs- tancialmente a la Divinidad; que Cristo es Rey de amor, y por eso ostenta la real púrpura de la sangre preciosa vertida con divina generosidad por amor de los hombres; púrpura sacrosanta prendida al Santo Madero como bandera que ondea al viento desde hace veinte siglos, siendo el consuelo de los que aman y el terror de los que odian a Cristo, al Redentor, al Dios Humanado.

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