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16 EL DOLOR oídos, prescindid de esa conciencia fisiológica que os hace sentir la realidad tangible de vuestro cuerpo, y pensad como si no tuvierais sentidos de comunicación con el mundo exterior: quedaos así solos con ese YO misterioso, indefinible, que lo llena todo en vuestra vida interior, y cuya per- manencia a través del tiempo y del espacio, os hace reconoceros el mismo que cuando erais niño, y adolescente, y de edad madura, y en la anciani- dad, a despecho de cuanto dentro y fuera de vo- sotros cambia y se destruye. Vive en nosotros algo que no muere. Cuando hayáis conseguido ais- laros de cuanto no sois vosotros mismos, pulsad vuestro espíritu, y lo sorprenderéis vibrando a impulsos de un fenómeno extraño que os hace salir de vos mismo y buscar afuera la razón de su existencia, y, mucho más afuera todaví: a, algo o alguien que amortigiie su aguijón y os impida huir siempre de vos mismo. Ese fenómeno extraño, ajeno a vuestra natura- leza, parásito de vuestra vida y que embaraza vuestra ventura, por más que cuantos os rodeen quieran haceros felices, ese fenómeno se llama DOLOR. Sufrimos dentro, muy adentro. Si pu- diéramos separar nuestra atención interna y el conato de nuestras potencias espiritu: ales, del su- frimiento que se produce en nuestro ser físico, éste no existiría. La ciencia que cura las dolencias del cuerpo tiene anestésicos para insensibilizarlo rasgar sin dolor las carnes enfermas. Pueden darse estados de intensa atención a una idea que totalmente nos abstraiga, y estados sobrenatura-

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