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__EXTASÍS DÉ DOLOR 203 terreno había fallado el amor de la esposa, ex- traviando al primer padre; no faltará el amor de Madre; vedla en el lugar del sacrificio; ahora, fiel a sus destinos, le da más amor, más ternura, com- penetración infinita en sus designios, y se inmola espiritualmente cuando El muere. Extasis de dolor Así se comprende bien el hondo misterio de aquellas palabras que Jesús moribundo dijo: desde la Cruz a su Madre: «Mujer, he ahí a tu hijo». Defínese para siempre el ministerio de María en la Redención del mundo, y la angustiada descen= dencia de Adán quedó en el regazo de aquella he- roica mujer que entregó a la muerte al Hijo del hombre por la salvación de todos los hombres: Verificóse este adorable misterio ante la cons- ternación del cielo y de la tierra, que vieron morir a Dios y llorar a su Madre. Sí, sí; la Virgen lloró cuando Jesús cerró los ojos; no loró antes por no afligirlo más, y porque no pareciera que se oponía a su inmolación. Paróse entonces la creación en- tera ante la desolación de su Reina; el silencio que se produjo en el calvario después de la infa- me gritería que coreó con blasfemias la agonía del Justo, dejó sentir los gemidos de paloma heri- da que salían del pecho de la Virgen amada. Al pie del monte Calvario yace la ciudad deiei- da, tranquila, al parecer, en su apostasía; prosti- tuída a destinos de perdición y ruina; queda María

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