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CUIDADOS MATERNALES 197 llamado, acude siempre en nuestro socorro, nos levanta, nos consuela, nos abraza, nos bendice, nos alienta. Míranos María con los mismos ojos con que lloró a Jesús crucificado y muerto; llámanos con los mismos labios de coral y de grana con que be- só a Jesús niño y a Jesús sacrificado; con esas manos de alabastro, aromatizadas con la Sangre del Cordero inmaculado, nos acaricia y nos adorna para presentarnos al Señor; nos espera siempre y nos convida amorosa con ese regazo donde repo- só la espinada frente de Cristo, su Hijo inmolado por nosotros. Nos conoce, nos llama: vayamos a Ella.

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