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nl CUIDADOS MATERNALES 195 verla firme y resuelta en trance tan angustio- so; hállase al principio de una grande em- presa, en el momento en que todos desmayan an- te el fracaso del Maestro. María se afirma en la divinidad del fracasado, lo hará prevalecer en toda la tierra, y, sin vacilaciones, reconfortará el áni- mo de los tímidos. Cumple animosa y anegada en amargas lágri- mas los maternales deberes con el destrozado ca- dáver de Jesús, cubriéndolo con ardientes besos an- tes que lo envuelvan los amigos en prestada sá- bana; lavado con sus lágrimas, entrégalo al duro sepulcro, que también queda sellado con besos apasionados de la Dolorosa; y baja del Gólgota absorta en su ministerio de Madre de la Iglesia. Los cobardes discípulos, los que le negaron, los verdugos que atormentaron al Santo y el mismo Judas, el traidor que lo vendió, hallarían pie- dad y amor y conmiseración en el alma transfigu- rada de María. ¿Queremos saber lo que hará la Virgen? Pen- semos lo que hacen las madres carnales en la fa- milía natural. La madre está puesta por Dios en- tre la debilidad del niño y la fuerza de su padre; el nombre de éste apréndelo el niño de los labios de su madre; ella hace saborear a su esposo las caricias del pequeñuelo y sus inocentes sonrisas; la madre sostiene su debilidad para que llegue : ser fuerte; la madre calma la indignación del pá- dre, atenúa el castigo y reconcilia a los dos, ha- ciendo renacer la confianza y la alegría en el ho- gar,
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