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176 MARÍA AL PIE DE LA CRUZ TRIUNFA demonios creyeron triunfar de Cristo, la creación toda proclamó su victoria. Aquella escena inmortal es la muerte de la muerte; la resurrección del mundo por el suplicio de Jesús y la infinita compasión de María. Allí está su regia majestad reconocida con amoro con terror por todas las generaciones que leen sobre el leño santo aquella inscripción de Pilatos, Jesús Nazareno Rey de los judíos»; confirma- da, ampliada y santificada por la actitud sublime de María, sobre cuya marmórea frente de vir- gen, como sobre lápida tersa y limpia, escribió el Redentor «Esta es mi Madre y vuestra Ma- dre», la mujer de la Profecía primera, la vence- dora del demonio, testimonio de mi divinidad, sello de mi Redención y seguro ante la eterna Jus- ticia. Vedla. Ella no habla; sufre, calla, ago- niza, y, con Jesús, vence. Virtud divina del dolor Millares de años hacía que el demonio hablaba a los hombres por los oráculos de los ídolos paga- nos, ante cuyos altares se habían derramado ríos de sangre expiadora. Sintióse en toda la tierra el clamor del sacrifi- cio del calvario, los dioses de madera de pie- dra vacilaron en sus pedestales. Enmudecieron los demonios, y el sol del Evangelio de Cristo inva- dió la tierra con su luz radiante. Los hijos de Adán
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