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174 MARÍA AL PIE DE LA CRUZ TRIUNFA pr divino sol muriente, agoniza también, mientras los ojos de Hijo y Madre se clavan en el remoto occidente del calvario, donde las gentes, sentadas en tinieblas de muerte, esperan la nueva luz del evangelio en fecundos y generosos raudales. Es un momento solemne. El calvario con su lóbrego paisaje semeja un catafalco gigantesco demármol negro; ya el sol cubrió su radiante faz con san- guinolentos celajes; el mundo todo está envuel- to en palpables tinieblas. El duelo de la Creación Toda la Creación se paró a ver el trágico espec- táculo de un Dios que redime a los hombres, mu- riendo a la vista de su divina Madre; apodérase un súbito pavor de todos los seres. En el Paraíso terrenal el hombre fué declarado rey de la crea- ción. El debía dominarla y llevarla a su destino final, y ella servirle dócilmente, secundando las obras de su voluntad recta. Pero en cuanto ese rey manchó la obra de Dios con el pecado, vió socavado su trono y perdido su dominio: las cria- turas tiran a dominarlo y humillarlo bajo el peso de sus fuerzas fatales; y las montañas y los ma- res. los desiertos y las campiñas, las aves y las fieras, vieron mil veces al hombre morir desastro- samente, agonizar miserablemente pidiéndoles en vano su auxilio. Los ecos repetían por los aires desgarradores ayes del alma humana, oprimida

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