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164 MARÍA, SIGNO DE REDENCIÓN iluminadas por intensa mirada de compasión y ternura, creamos firmemente que ya estamos cer- ca de Dios: ninguna persona por quien María ha interpuesto sus ruegos, ha tenido la desgracia de perderse. Quedémonos con Ella y dejemos que corran abundantes las lágrimas de la Dolorosa sobre nuestro corazón; lo ablandarán, lo purifi- carán, imprimirán en él la imagen adorada de Cristo Crucificado, que se retrató en esos crista- les desde la cruz donde expiraba. Empapados en ese rocío celestial, sentiremos la unción sagrada que nos prepara a la lucha y al dolor, y a la vida perfecta de Jesuscristo en nosotros. Salvémonos por María.
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