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158 MARÍA, SIGNO DE REDENCIÓN haciéndole derramar lágrimas precursoras de la muerte? El dolor de la Virgen adquirió así, en el Corazón de Cristo, una potencia infinita, cuanta era la potencia de amar en aquel Hombre Dios que la hizo su Madre. En el corazón de Ella se sintió el Hijo crucificado más penosamente que en los brazos de la dura cruz. ¿Qué adoración puede, por tanto, ser más pura que la que tributamos a la Pasión y a la Sangre de Jesús, filtrándose por las fibras delicadísimas del corazón de María? ¿En qué otro retablo ha- llaremos mejor reproducido el sufrimiento del divino Redentor que en el corazón inmaculado de la Virgen. ..? Entrando con frecuencia en ese santuario lo- graremos penetrar bien la grandeza de la inmola- ción ofrecida a la Justicia del Padre por el Hijo hecho hombre en María. En ésta produjo st efec- to pleno y superabundante, y transformó a la Inmaculada en la criatura más atormentada de la tierra, y de Madre de Dios hízola corredento- ra: a tales alturas la elevó su compasión. Augurio de gracia Avancemos ahora un paso más en el estudio fundamental que nos ocupa, y veamos la relación de María con los redimidos desde el día en que, ante Ella, fué sacrificado el Cordero que borró los pecados del mundo.
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